Crisis de Ucrania: la Unión Europea mantiene una actitud de espera

La actitud de Europa, ante la crisis ucraniana, sigue marcada por el máximo uso de la diplomacia, incluso tras el incremento de la presencia militar rusa en la frontera entre ambos países. Las señales, que ha enviado Bruselas al Kremlin, son de apoyo a una solución negociada entre las partes, que debe excluir cualquier solución militar, pero, al mismo tiempo, se ha reafirmado la firme voluntad de proceder con sanciones especialmente duras, si Moscú operará una agresión contra Kiev. El presidente del Consejo Europeo reiteró la solidaridad de la Unión Europea al presidente ucraniano, asegurando la reacción de Bruselas para seguir garantizando la paz, la estabilidad mundial y la seguridad común, conceptos que coinciden con los valores europeos; sin embargo, será necesario verificar si estas declaraciones serán seguidas por pasos concretos, que se anuncian necesarios incluso antes de una posible invasión del país ucraniano. La situación, de hecho, tras la esperanza de un final positivo, parece haber vuelto a empeorar en una zona de la frontera de unos 200 kilómetros de longitud. Numerosas explosiones, unas 500, marcan el inicio de los bombardeos en los territorios en disputa, donde también se habrían producido combates entre las fuerzas no regulares que flanquean a Rusia. La Alianza Atlántica ha advertido en reiteradas ocasiones sobre la posibilidad de que Rusia aproveche cualquier oportunidad para justificar la invasión como pretexto, hasta el punto de contemplar la construcción de falsos ataques contra sus propios militares. El contexto actual de lucha fronteriza, aunque con tropas irregulares, podría ser el pretexto decisivo para completar la invasión de Ucrania, además de superar el problema del aumento de las temperaturas, que constituye un importante obstáculo para la circulación de vehículos pesados ​​y blindados en el Kremlin. Por el momento, sin embargo, la Unión Europea no ha juzgado la situación de las peleas registradas, como para elevar el nivel del enfrentamiento diplomático y por tanto no activar sanciones contra Moscú, sanciones que según el reglamento vigente, deben ser aprobadas. por unanimidad ya pesar de las convicciones del Alto Representante de la Política Exterior Europea sobre la compacidad de la respuesta de Bruselas, este resultado no parece tan evidente. Las dudas podrían preocupar al país húngaro y la propia Alemania no se mostró demasiado convencida de tomar posiciones claras contra Putin. Las armas que la Unión pretende utilizar se refieren a sanciones capaces de apuntar a sectores financieros y tecnológicos, además del bloqueo de movimiento de empresarios rusos, que suelen operar dentro del territorio de la Unión. Queda por comprobar si es cierta la convicción de los líderes europeos, de poder golpear muy duro a Rusia; ciertamente la economía rusa parece estar en dificultades, pero es necesario evaluar cuidadosamente cuáles son las expectativas de Putin respecto a un resultado que pueda garantizar frenar el avance de la Alianza Atlántica hasta las fronteras del territorio de Moscú: una victoria política es más importante, aunque sea gracias a una declaración militar, o que aún no comprometa la situación de una economía en estado de crisis; Será importante ver cómo podría reaccionar la opinión pública del país, aunque sensible a los aspectos nacionalistas, pero probada por dificultades financieras y económicas. Está claro que el liderazgo europeo está centrando su estrategia en este segundo punto, pero esto no parece ser suficiente para una acción efectiva; incluso antes de esta estrategia de sanciones, se debe ofrecer una solución que incluya una salida honorable para Putin, sin que esto se perciba como una derrota política. Encontrar una solución satisfactoria para todas las partes implicadas no parece fácil: Putin, que como es habitual actuó elevando demasiado el nivel del enfrentamiento con peticiones francamente inadmisibles, se deslizó solo en una situación sin salida aparente, donde el resultado, más allá cualquier resultado final posible, aún podría ser perjudicial para la cabeza del Kremlin. Si la adhesión de Ucrania no forma parte actualmente de los planes de la Alianza Atlántica, podría ser un punto que, como mínimo, podría aliviar la tensión, aunque sea momentáneamente, y representar el punto de partida para las negociaciones sin la amenaza militar inminente. ., sin embargo, esto puede no ser suficiente, como las sanciones pueden no ser suficientes y, llegados a ese punto, habría que estar preparados para las consecuencias de un conflicto que afectará a toda la Europa geográfica.

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