China y Rusia utilizarán el yuan y el rublo para sus transacciones de materias primas energéticas

La actitud china hacia Rusia, respecto a la invasión del país ucraniano, ha sido hasta ahora ambigua desde el punto de vista político, pero más clara desde el punto de vista económico. Esta reflexión, de hecho, explica el comportamiento adoptado por Pekín desde el inicio de las hostilidades contra Kiev, respecto al rechazo de las sanciones contra Moscú, entendidas como una oportunidad inesperada de beneficios económicos para China. Por supuesto, la cercanía política con Rusia existe de todos modos, pero debe enmarcarse más en una función antiamericana que en motivaciones genuinamente compartidas, si no como un hecho que ha creado una especie de precedente para una eventual invasión de Taiwán. Esta posibilidad, aunque concreta, todavía es considerada lejana por la mayoría de los analistas. Todo comienza con la necesidad de Moscú de encontrar otros mercados para las materias primas, después de que perdió el europeo como represalia. China siempre ha estado buscando suministros de energía para apoyar el crecimiento necesario para elevar al país al nivel de una gran potencia y crear la riqueza interna necesaria para evitar demasiados desafíos a su sistema de gobierno. El país chino es así el mercado que necesita Moscú para vender sus materias primas, aunque muy rebajadas, por la falta de demanda. Los dos países han llegado a un acuerdo de cambio de divisas que excluye tanto el euro como el dólar, a favor del yuan y el rublo: con un sistema de pago que prevé el uso de la mitad de las dos monedas para cada transacción. Si para Rusia la intención es dar una señal política a Occidente, evitando el uso de las monedas de países hostiles, que han congelado las reservas de Moscú en el exterior, para China el aumento del uso del yuan a nivel internacional tiene un efecto muy trascendencia económica importante, ya que permite que su moneda alcance el quinto lugar, después del dólar, el euro, la libra esterlina y el yen japonés, en el ranking de las monedas más utilizadas. La ambición es superar a la moneda japonesa y acercarse al podio, como herramienta funcional de su política exterior, de cara a favorecer su expansión en los mercados emergentes de Asia y África y ejercer así una cuota aún mayor de poder blando en estas regiones. El rublo, por su parte, ha caído incluso fuera de las veinte monedas más utilizadas y, con este acuerdo, podría intentar escalar posiciones, aunque de momento, con el país sujeto a sanciones, esto más que remoto. posibilidad parece inalcanzable, incluso si la intención de Moscú es entrar en un acuerdo similar con Turquía, que, a pesar de ser miembro de la Alianza Atlántica, no se ha sumado a las sanciones. Ankara tiene razones prácticas para aprovechar la venta de gas ruso porque su economía atraviesa grandes dificultades y tener un acceso favorable a las materias primas energéticas podría favorecer un desarrollo de su sistema productivo. Actualmente, la posición de Rusia frente a China en el suministro de materiales energéticos se ubica como el principal proveedor, superando incluso a Arabia Saudita en el suministro al sector petrolero. La balanza comercial entre ambos estados está claramente a favor de Moscú, que exporta bienes por 10.000 millones de euros a Pekín, de los que el ochenta por ciento corresponden al sector energético, mientras que China exporta solo bienes a Rusia por 4.000 millones de euros. Pekín no parece sufrir este desequilibrio porque permite el acceso a los recursos energéticos rusos en condiciones favorables y, al mismo tiempo, no considera potencialmente conveniente la exportación de sus productos al antiguo país soviético. El acceso facilitado a los recursos rusos, por otro lado, favorece una mayor productividad de las empresas chinas, lo que podría favorecer la competencia de empresas occidentales, estadounidenses y europeas, generando una consecuencia indirecta de las muy peligrosas sanciones. Por otro lado, interrumpir la política de sanciones y ayuda, incluida la ayuda militar, a Ucrania es ciertamente imposible, a pesar de que algunos políticos de derecha en Occidente han expresado esta intención. La unidad y compacidad de Occidente es también una protección contra el expansionismo chino, que teme más que nada el bloqueo de sus mercancías a los mercados más ricos, que siguen siendo los de Occidente alineados contra Rusia.

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