Evitar la crisis de las democracias para evitar el avance de regímenes autocráticos

Más allá del poder bélico de Rusia o China, hay un factor mucho más preocupante para Occidente: la falta de convicción y determinación de sus poblaciones para oponerse a una idea alternativa en sentido negativo, a través del elemento fundacional sobre el que se asienta toda la construcción. Western, sobre la democracia. No se cuestionan las prácticas a través de las cuales se ejerce y pone en práctica el sistema democrático, sino su falta de renovación y la falta de vitalidad de la práctica democrática, que se da como un hecho adquirido, sin una necesaria renovación. Uno de los signos más evidentes es la creciente falta de participación en el voto, un factor ya muy presente en Estados Unidos, que también está cobrando fuerza en Europa, al elegir representantes institucionales con porcentajes de votantes cada vez más reducidos. El fenómeno crece con fuerza y ​​deriva de la falta de confianza en los políticos, que no han sabido afrontar con la debida pericia los tiempos actuales, donde las transformaciones económicas y tecnológicas han llevado a un empeoramiento general de las condiciones, gracias a la falta de contraste de una desigualdad cada vez más aumentada. La disparidad económica ha llevado a la disparidad social con un comprensible resentimiento que no ha sido abrigado y que representa el tema central en el deterioro de los sistemas democráticos. Si el populismo ha tenido facilitaciones objetivas para afirmarse, dejando sin embargo percepciones más que negativas por la incapacidad de ejercer políticas gubernamentales adecuadas, los partidos y movimientos que se han movido en sentido contrario a esta tendencia no han podido dar un impulso positivo a solución de problemas. Ha surgido una especie de inmovilismo que ha obligado muchas veces a colaboraciones antinaturales, compromisos que no han hecho sino favorecer el inmovilismo y la postergación sustancial de los problemas. Por el contrario, en situaciones contingentes parece necesaria una rapidez de decisión que es necesaria frente a regímenes dictatoriales o autocráticos. Entonces, cuando esta necesidad de rapidez en la decisión pasa del ámbito estatal al ámbito supranacional, incluso aumentan las ralentizaciones, bloqueadas por normas ya desfasadas por los tiempos, con reglas absurdas como las relativas a la unanimidad en todas las decisiones. Ciertamente ya en condiciones de normalidad esto constituye una percepción de falla del sistema democrático y la suspensión, aunque leve, dictada por la pandemia ha puesto en evidencia cómo las reglas democráticas no han ofrecido alternativas para enfrentar la emergencia sanitaria a decisiones tomadas, por la fuerza, en espacios restringidos. . Con una confrontación militar en curso, es imposible no notar cómo Putin y su sistema autoritario es más eficiente contra una miríada de estados con sus propias reglas y que requieren continuos debates parlamentarios. El problema es que llegamos desprevenidos a una situación como la del conflicto de Ucrania, una guerra en Europa, sin una organización capaz de mantener la eficacia democrática combinada con las necesidades de la situación. Putin ha apostado mucho por este aspecto, obteniendo en realidad el efecto contrario en el aspecto político, mientras que en el aspecto militar el resultado parece diferente, incluso China ha intentado, como política funcional a sus propósitos, dividir la Unión manteniendo una constante crítica a los sistemas democráticos, ambos poderes también han actuado de manera heterodoxa a través de sistemas de información y financiando grupos populistas y de orden antidemocrático. Estas señales han sido recibidas por los gobiernos occidentales, pero se han quedado en el ámbito restringido de los profesionales, sin convertirse en verdaderas alarmas para las clases sociales, especialmente las medias y bajas, cada vez más enfrentándose a dificultades económicas. Es por ello que la reducción de las desigualdades junto con la mejora de los servicios y por tanto de la calidad de vida, puede ser un método válido para hacer que quienes cada vez se alejan más de ella aprecien más la democracia y se preparen para la acción a nivel de los estados para el fortalecimiento de la idea libertaria frente a las cada vez más emergentes dictaduras.

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